sábado, 11 de junio de 2016

Ocho vuelos en un mes






Calculo que pasé unas 48 horas a 10.000 metros de altura, y otro tanto en aeropuertos. En ese sentido, fue el mes más pleno y satisfactorio de la última década. No era lo planificado, no era para nada la intención.  Fue un Plan B armado  a las apuradas, optimizando lo mejor que pude un rejunte de millas, ofertas y cuotas.

(En vez de El Viaje de Mi Vida, hice lo que pude, o mejor dicho, lo que tenía que hacer. Ahora, a cruzar los dedos, a esperar que todos los deberes que hice me hagan acreedora a una buena nota y  me permitan hacer muuuchos viajes más).

Por pura casualidad (no estaba en condiciones de ponerme en exigente!) pude salir y volver pasando por Aeroparque.  A la ida, no hacía más que felicitarme por mi buena suerte de tener este bonus impensado de comodidad, rapidez y facilidad.

A la vuelta – si bien las ventajas son las mismas – las cosas se ven un poco diferentes, porque una llega con el recuerdo fresco de cómo son las cosas en otras partes del mundo.  Te sorprende tener que bajar del avión por escalera … una escalera que se mueve de tal manera que, por la edad y los síntomas, me hizo arriesgar un diagnóstico de Parkinson avanzado.

 Veámosle el lado positivo: Aeropuertos Argentina 2000 te provee de un test de rapidez de reflejos y equilibrio totalmente gratis.

 El micro que nos llevó a la terminal nos deleitó con los acordes de una cumbia bien nuestra, y las cintas de equipaje nos ofrecieron un nuevo juego, el “adivine dónde llegará su valija”. Es sencillo, no te indican cuál cinta corresponde a cuál vuelo,  y vas corriendo de una cinta a la otra. Resulta muy eficaz para desentumecerte después de horas de confinamiento en la lata de sardinas.

Inmigración y aduana en Aeroparque: un verdadero lujo; no hay con qué darle. Todo liquidado en dos minutos.

El último capítulo es el transporte hasta casa. Descartado el  colectivo (130) y el  Arbus cuando se viene con valija, bolso y carry-on, la única alternativa es elegir quién te robe.  Los taxis de Aeroparque son unos mafiosos, y las tarifas de los remises son una estafa. Elegí Tienda León, porque prefiero que me roben de frente y sin sorpresas.

Nada más salir al aire libre, me di cuenta que llegué en lo mejor del invierno, en medio de una ola de frío polar. En cuanto llegué a casa prendí la cafetera para hacer el mejor café del mundo: el mío; abracé el calefactor “te extrañé!  Los calefactores Frenchos son una porquería comparados con vos, que me calentás la casa en 5 minutos”. Desenterré mis botas Ugg del fondo del placard y me zambullí hasta las orejas debajo del  plumón.

Quise mirar noticias en la tele, ponerme al día después de un mes de ausencia. Antes que nada, quería saber quién más puede estar preso, cómo viene el ranking del top 10 de los corruptos.

En vez de eso, me quedé helada cuando me di cuenta que había llegado a fuerza de pura buena suerte. 24 horas más tarde, me hubiese agarrado la huelga de los controladores aéreos. Por favor, estos tipos son una epidemia a nivel mundial! Zafé de una huelga en Francia, y llegué justo a tiempo en Argentina. Y ni enterada estaba de cuán efectivas habían sido mis plegarias a San Controlador ….

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