viernes, 18 de noviembre de 2016

El safari




Después de un corto vuelo desde Johannesburgo, llegué a Nelspruit.


Foto: importante - ver en el extremo derecho un container tipo jaula color azul: ahí ponen todos los equipajes de mano que son rígidos. Aunque cumplan con el tamaño y peso requeridos, attaché o carry-on con rueditas y manija son recogidos al lado de la escalera del avión, y devueltos al llegar a destino del mismo modo:  en la pista, al lado del avión. El único equipaje de mano permitido en estos vuelos debe ser blando (como un bolso para el gimnasio).

Volé por Air Link, una subsidiaria de South African Airways. Avión chico en serio. Era un Embraer 135, y tenía capacidad para unos 30 pasajeros. Una sola azafata, una belleza de ébano que podría ser top model en cualquier lugar del mundo, y que se despidió de nosotros con un inusual “gracias por elegirnos. Cuídense y que Dios los bendiga a todos”.




En el aeropuerto de Nelspruit me esperaba mi transfer, que resultó ser un chofer para mí sola en un Toyota (Corolla o similar). Unas dos horas de viaje por rutas impecables. Lo ideal, es poder llegar directamente a Hoedspruit. Desde allí el mismo lodge ofrece el transfer en forma gratuita, pero, son aviones chicos (más chicos aún), y no se pudo conseguir lugar (narrado en este post: http://laveritedelamilanesa.blogspot.com.ar/2016/10/dia-29-entre-noquis-y-zozobra.html).

Me alojé en el Kapama River Lodge. Ya lo dije, pero tengo que repetirlo: si éste es el más básico de los Kapama, no quiero imaginar lo que serán los otros!
Rústico. El rústico con buen gusto y los servicios y todos los detalles que hacen que esa rusticidad a su manera, también sea 5 estrellas. Nada, pero nada mal!




Al llegar a Kapama,  me ofrecieron un trago de bienvenida,  hojas varias con horarios y explicaciones del sistema del lodge y muchas alusiones sobre las bondades del  spa (extra) en el cual jamás pisé. Me interesaba mucho más la pileta. 




De ahí a la habitación y … madre mía! Me esperaba algo bueno, dentro de este estilo falsamente sencillo,  pero superó lo que me imaginaba: la amplitud, la máquina de Nespresso Y la cafetera tradicional, esa bañadera con vista al bush (bosque, yuyos, o como quieran decirle) … los productos de tocador … de locos! Moderada como es mi costumbre,  mandé whatsapp a mis hijos con un par de fotos y el mensaje:  “me morí y me fui al cielo !!!”









Un día de safari empieza a las 5 de la mañana. Te llaman para despertarte, y la gente va llegando al comedor para tomar café, té galletitas y algún bizcochuelo. Un tanto básico, justo lo necesario para arrancar rápido.




El primer safari es de 6 a 9 de la mañana. En los jeeps va  un máximo de 8 personas, con el Ranger (guardaparques) y el tracker (guía). El tiempo pasa volando, no alcanzan los ojos para mirar por todas partes y mientras que uno va viendo todo lo que lo rodea: el camino, la vegetación, los impalas por doquier y de pronto … así nomás, caminando  delante tuyo  como Pancho por su casa, aparece una jirafa, un grupo de cebras, un elefante o un león! 

Se detiene el jeep, te piden hacer silencio, todo el mundo empieza a largar suspiros de admiración, sorpresa, asombro (más el infaltable  grito de alguna desubicada) y a sacar fotos se ha dicho!






Las fotos no son buenas. La mayoría son sacadas muy temprano por la mañana o después de la caída del sol. La falta de luz no ayuda. No se puede discutir que un safari merece algo mejor. Todos mis compañeros de Jeep empuñaban sus Nikkon y sus Canon con teleobjetivos y filtros de un metro de largo, y yo, gatillaba tranquila a veces con el teléfono, a veces con el Ipad. Papelón total! 






Al promediar el recorrido se hace una parada para necesidades “técnicas” de quién así lo quiera/necesite (dónde? para qué están los arbustos y los yuyos?). Mientras, el tracker saca una mesa plegable, le-pone-un-mantel, y aparece un picnic - desayuno. Estos fueron algunos de mis momentos favoritos: parar en medio del parque, bajar del Jeep, mirar a mi alrededor con una taza de café en la mano y decirme "la gran siete ... estoy en Africa!"



Retorno al lodge hacia las 9, con desayuno con todas las de la ley: huevos, salchichas, pancenta, panqueques … el tercero, por si te hubieses quedado con algo de hambre.

A mediodía es el almuerzo, que es todo tipo buffet: hay suficiente variedad como para que cada uno encuentre algo que le guste (desgraciadamente, algunas encontramos que nos gusta casi todo ...).
Eso sí: se nota la influencia del colonialismo Inglés,  porque lo más flojo son los postres.









Después del almuerzo, hay tiempo libre hasta las 4 (pileta, siesta, actividades extras: globo aerostático, paseos a pie – con guía armado -, visita a un centro de rehabilitación de animales … o el spa, que a mi …gracias, pero paso!).



Nuevo safari entre las 4 y las 7, con nueva parada a medio tiempo. Esta vez, con los “sundowners” (los bajados del sol, o “bajadores” del sol en Inglés)  bebidas, alcohol optativo y algunas cosas para picar. Momento ideal para probar carnes y embutidos típicos ... mirá si me lo iba a perder!



Vuelta al lodge y cena entre 8 y 9:30. Esta comida es la única que se hace en otro lugar, el “boma”  (el lugar donde se hace el braai: carnes asadas). También es la única comida donde los lugares están preestablecidos: cada ranger preside “su” mesa con su grupo. Momento para preguntas y escuchar anécdotas de safaris anteriores. Me resultó perfecto, sumamente disfrutable.

Una pareja de recién llegados en la primera noche se negaron a comer con el ranger. Les armaron una mesa para dos (para algo pagan lo que pagan), y a la mañana siguiente, se unieron a nuestro grupo en el safari. Eran de Tanzania. (nos quedamos pensando para qué les interesaría hacer un safari en Sudáfrica, pero … sobre ideas y gustos …). 

Jamás entablaron conversación con  ninguno de nosotros. Iban filmando los recorridos durante un buen rato, y durante el resto del trayecto, miraban una y otra vez sus propios videos.




Había tres Brasileros en nuestro grupo. Los padres con una hija de 20 y algo. 

La madre apareció todos los días con un conjunto diferente, impecablemente peinada y maquillada como para una fiesta.  (A las 6 de la mañana ...).

La niña jamás sacó una foto normal, todo selfies. Venía el elefante, ella le daba la espalda, y se sacaba las fotos haciendo mohínes y con el animal como telón de fondo. A ver: alguna foto para tu Facebook, te lo tomo, pero todas las fotos del safari con la cara de una en primer plano?

El padre se contentaba con mirar  uno o dos videos de partidos de fútbol en cada safari. Apagaba o bajaba el sonido cuando nos aproximábamos a un animal. Hay que reconocer que el hombre era considerado.

Después de tres días, 6 safaris, y unas 20 horas de Jeep acumuladas en mi trasero, me tuve que despedir de Kapama.

Disfruté muchísimo. Volvería mañana mismo. Un viaje totalmente inolvidable. Aprendí muchísimo sobre Africa, su historia, su geografía y su fauna.

Volví - una vez más - con más preguntas que respuestas sobre la especie humana.






Nota: esta es la última publicación sobre el viaje a Sudáfrica.
Los posts sobre los preparativos y el resto del viaje están acá:

http://laveritedelamilanesa.blogspot.com.ar/2016/09/ella-viaja-sola.html

http://laveritedelamilanesa.blogspot.com.ar/2016/09/preparativos-de-viaje.html

http://laveritedelamilanesa.blogspot.com.ar/2016/10/dia-29-entre-noquis-y-zozobra.html

http://laveritedelamilanesa.blogspot.com.ar/2016/10/viajando-solamente-con-carry-on.html

http://laveritedelamilanesa.blogspot.com.ar/2016/11/una-semana-en-sudafrica-resumen-y-datos.html





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